Sobre la radio

domingo, 16 de noviembre de 2008

Amo la radio. Desde muy niño la radio me ha acompañado a todas partes. La primera que recuerdo que tuve fue uno de esos radios despertadores, de esos en los que los numeritos eran formados por palitos de color rojo; pasé mucho tiempo de vida pensando en cómo de un ocho podían formarse el resto de los números.

Recuerdo:

Los domingos, en la época en la que mi cama estaba en el ala derecho de mi cuarto, me ponía a escuchar, antes de dormir, Kaliman, por más que trataba me era imposible manterme despierto hasta el final. Me parecía lo más sorprendente del mundo. Creo que era muy niño para escuchar la cantidad de radionovelas que escuché, como esa que era en una casa y no pasaba otra cosa que tragedias, olvidé el nombre por ahora. Raffles, el ladrón de las manos de seda, era una de mis favoritas, no por semajanza que mi nombre guarda con el personaje.

Cuando faltaba a la escuela, me la pasaba oyendo Radio Red (muestra de lo aburrido que era como niño), aguantaba a Gutiérrez Vivo, sufrí mucho la muerte del Ing. Olea y la del señor de los deportes, que tampoco recuerdo su nombre. Chepina Peralta y sus visitas al súper me causaban mucha gracia.

Tiempo después, comenzando mi adolescencia, encontré la radio musical y abandoné la radio de contenido. Como todo niño perdido me topé con Pulsar y Alfa, las aguanté cerca de un año, hasta que me aburrieron y desesperaron, paso obvio el cambio a Radioactivo, fue una mala época para escuchar rock, todo era Korn y Marylin Manson. Desde entonces la radio me ha llenado de infinita felicidad, adoro los combos de buenas canciones, el cambiarle de estación y atrapar canciones que me gustan y encontrar maravillas, como la de la semana pasada en la que en Radio UNAM pasaron el Disco Blanco de los Beatles en covers, un compilado de diferentes artistas en diferentes discos armados en el orden del disco.

Uno de mis más grandes sueños es trabajar en la radio, sigo creyendo que es el medio de comunicación más íntimo e ingenioso de todos, dependiente total en la palabra hablada. No sé si me gustaría trabajar de locutor o ser productor. Mi primer acercamiento con la producción fue a mis escasos ca. ocho años en los que le di play a una muy vieja grabadora que ponían los spots y anuncios que tenían que pasar en el programa que tenía mi tía en una de las estaciones de mi abuelo. Quedé maravillado, gracias a mi dedo, miles de personas escuchaban la misma aburrida vaina.

En la prepa estaba la oportunidad de participar en la estación del lugar, yo andaba muy perdido y era muy retraido y no me animé, creo que hubiera sido una muy buena oportunidad. En la carrera unos amigos y yo armabamos una especie de radio local, solo que en lugar de antena teníamos una bocina y cables muy precarios, un ipod en esos años hubiera sido muy útil. Casi no hablabamos, pero poníamos muy seguido Simpatía por el Diablo y un fragmento de In a Silent Way.

En algún momento intenté tener un livestream usando el winamp, pero no lo hice, mis planes actuales involucran un podcast, aunque los podcasts no me acaban de gustar, hay algo en la pretención de creer que se tiene algo que decir que no me acaba de convencer, aunque la idea de un livestream de lo que escucho me sigue coqueteando.

En estos tiempos de creación-recreación-lectura y participación en la cultura, sería muy egoista por parte de cualquier persona no querer participar...


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Now playing: The Clash - Capital Radio
via FoxyTunes

1 comentarios:

Ananké dijo...

ahhh, que nostalgia tan nostálgica, babas de perico.

Y si, no podría evitar hacer mención de lo mucho que la radio te quiere y lo mucho que esta radioescucha es querida por ella cuando estamos juntos joijoijoi :)

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