Cosa

martes, 11 de octubre de 2005

Cosa

En un momento cualquiera
cualquiera hace suyo
cualquier momento:

recuerdos, emociones, afectos y olvidos. Ir a un partido, ver a una persona, comer algo rico o desastroso. Cada día diferente a los demás, cada amor, cada persona, cada objeto distinto a los demás. En la rutina de la vida cotidiana nos miramos los unos a los otros (sin desearnos la paz), cruzamos las mismas calles, con los mismos sonidos (diferentes todos ellos), sintiendo nuestro cuerpo que parece el mismo, cada vez más viejo, cada vez más sabio (sí nos va muy bien), cada vez más otro en si mismo. Los gustos parecen iguales, la novedad parece igual, todo comienza a parecer lo mismo. Ahí, justo ahí las cosas aparecen. Cuando una tasa sirve solo para contener algo y no para romperla, ahí cuando el policía solo sirve para lo que sea que sirva, ahí donde yo me conozco como algo terminado como algo sin la capacidad de hacer algo nuevo, ahí cuando una pintura le gusta a todos por que dicen que debe gustarle a todos, ahí donde los coches veloces para los hombres y las compras para las mujeres. Ahí, ahí: en los delantales de las señoras con tubos, en los oficinistas bigotones, en los discursos de políticos que buscan más dinero, en lo discursos de liberación que me hacen sentir como si fuera la persona más opresora de todas. Ahí cuando dicen hasta que la muerte los separe, ahí en la muerte o muertos antes de morir nos hacemos cosas. Sin una nueva posible significación digna de errar. Las cosas no erran, las cosas inhertes en el espacio dominan el tiempo como una piedrita que cae en una botella llena de agua. Las cosas como los huracanes y las tragedias y las historias de vida en la tele, así como los resultados deportivos y la bolsa de valores, las cosas así como mi promedio y pertenecer al promedio de personas que reniegan sobre la media y la mediocridad de vivir en medio de todo sin sentirse parte de algo. Hay que tener cuidado pues Lord Thinger es muy hábil y poderoso. Hace pensar a las personas que valen los suficiente por las cosas que tienen y por lo que hacen en la “vida”, crea discursos y formas de vida que lucen como libertad pero no hacen más que encasillarnos en un nombre, en un sexo, en una profesión, en un país, en una personalidad, en unas ropas, en una manera de actuar, en una manera de pensar y para colmo buscamos la congruencia entre ellas... Hay que tener mucho cuidado, la dificultad de saberse encontrar es tan grande como el tiempo de vida.

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